jueves, 30 de septiembre de 2010

En Santo Tomé

Señores directores: En Santo Tomé, el 16 de septiembre de 1890.

El pueblo, de ya vieja prosapia, recostado sobre el Salado, donde se embarcaban los cereales de las primeras cosechas de colonias vecinas, sacudió su modorra primaveral con el bullicio de los vecinos atraídos por los silbatazos del tren en el cual llegaron, seguramente, algunas autoridades menores y técnicos del Ferrocarril de Buenos Aires & Rosario, a la recién construida estación, allá lejos junto al camino a San José.

Era un día como hoy pero de hace 120 años. La empresa, de capital británico, inaugurado este primer tramo de vías del que tomó su nombre, compró una concesión para el prolongamiento de aquellas que, a fines del siglo XIX y principios del XX, se repartían a diestra y siniestra, por lo general como retribuciones a favores políticos y motivos de compadrazgo y cuya traza su beneficiario no podía desarrollar por falta de capital y a la que el gobierno había denominado “del Rosario al Fortín de los Sunchales”, para de esa manera y escalonadamente ir llegando al Tucumán, que era su objetivo final. Una vez completada la vía hasta la actual Sunchales, con el visto bueno del directorio empresario de Londres y beneficiados por las donaciones de lonjas de tierras por parte de quienes serían sus linderos, hicieron un desprendimiento hacia la ciudad capital de la provincia, realzando en sus motivaciones su condición de tal, su puerto y razones de competencia con otro ferrocarril ya establecido.

Como punto de partida de este ramal se eligió a la estación Bernardo de Irigoyen y se trazó en el mapa un esbozo de recorrido pasando por San Eugenio (Ledesma, por entonces), Larrechea, Matilde y San Agustín, dejando a un lado a los noveles poblados, quizás con la soberbia de quien detentaba el monopolio del transporte terrestre. Llegada la línea a Santo Tomé, la construcción se detuvo por largos meses porque los ingenieros residentes no se decidían a cruzar el Salado con una seguidilla de puentes intercalados por cortos terraplenes o por un importante viaducto como después se hizo (de 2.050 metros), del que todavía y aunque dos veces acortado (ahora de sólo 520 metros) nos seguimos sirviendo.

De acuerdo con “Desarrollo de la Red por concesiones y Libramientos”, contenido en el artículo “Reseña de los Ferrocarriles Argentinos”, publicada por José Barrés en el “Boletín de la Asociación Internacional Permanente del Congreso Sudamericano de Ferrocarriles” durante los años 1942 a 1944 tenemos: Irigoyen-Santo Tomé 71,6 km por Ley Nacional 2432 del 12/11/888, habilitando al servicio a partir del 16 de septiembre de 1890. No obstante, la llegada de este ferrocarril de trocha ancha a Santo Tomé no es la primera comunicación por vía férrea, porque el 1º de abril de 1888 se había librado al servicio público la línea de trocha métrica del, para aquellos años, Ferrocarril de la Provincia de Santa Fe; emprendimiento que pocos años después, por las deudas contraídas fue enajenado a primeros capitales británicos y, después, la CIE Francaise del Ferrocarril de Santa Fe.

Fuente: Correo de lectores de El Litoral

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