viernes, 31 de julio de 2009

Un paseo por las nubes

El “Tren de las Nubes” le debe su nombre a un film realizado por dos camarógrafos tucumanos, que en la década del 60 hicieron el tramo Salta-Socompa a bordo del tren internacional de pasajeros, que en esos tiempos corría traccionado por máquinas a vapor. Los camarógrafos lograron que el maquinista, hiciera una descarga de vapor cuando la formación llegó al viaducto La Polvorilla, ellos filmaron desde las ventanillas de los vagones. El vapor liberado, a consecuencia de la baja temperatura, no se disipó y quedó flotando por unos momentos en el firmamento puneño. Esta filmación llegó a manos del periodista del diario Clarín, Emilio Petcoff, para que hiciera el guión del documental. Petcoff, al observar el material, tituló al trabajo “Tren a las Nubes”. Posteriormente Ferrocarriles Argentinos adoptó este nombre para el único emprendimiento turístico que en ese momento tenía en el país.


Este atractivo ferroturístico de renombre mundial, nace por iniciativa de las autoridades del Ferrocarril Gral. Belgrano, quienes en noviembre de 1971 resuelven hacer correr un tren experimental con funcionarios y periodistas. El 16 de julio de 1972 se realiza el primer viaje oficial turístico, lo que se mantendrá hasta 1990, cuando los ferrocarriles son privatizados. Desde 1991 permanece en manos de capitales privados salteños. Es uno de los ferrocarriles más altos del mundo, atraviesa vertiginosas montañas de la Cordillera de los Andes entre paisajes espectaculares. La altura de sus vías llega a los 4.200 metros sobre el nivel del mar. Parte desde la estación General Belgrano, en la ciudad de Salta, y de allí inicia el camino de ascenso hasta el punto final del recorrido: el viaducto La Polvorilla, el más elevado de toda la línea del convoy. Recorre 217 kilómetros, con una duración de casi quince horas ida y vuelta, atraviesa 29 puentes, 21 túneles, 13 viaductos, 2 rulos y 2 zigzags. Puede transportar 468 pasajeros a una velocidad 35 km/h promedio. Cuenta con servicio de comedor a bordo, traductor y asistencia médica por los problemas que pudiera ocasionar la falta de oxígeno que provoca la altura. En las diferentes estaciones los habitantes de los pueblos presentan pintorescos puestos con artesanías, vestimenta y productos regionales para adquirir como recuerdo del interesante viaje. El creador del proyecto fue el ingeniero estadounidense Richard Maury, quien tomó partido teniendo en cuenta el principio de adherencia de las ruedas del tren a las vías y las leyes de la física, desechando el sistema mecánico de cremallera, comúnmente usado para que las formaciones ferroviarias puedan trepar con solvencia las alturas. El tren no utiliza ruedas dentadas ni siquiera para las partes más empinadas. Para situaciones de emergencia el tren lleva en cada viaje, además de la locomotora que arrastra la formación, otra adicional.


Fuente: Ramallo Ciudad

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